La relación entre los seres humanos y la vida animal es intrincada y, en muchos sentidos, reveladora de nuestra propia humanidad. En una reciente entrevista con la bióloga Esther Pomareda, regente del Centro de Rescate y Santuario Las Pumas, se destaca la importancia de las organizaciones de bienestar animal en la conservación de la fauna, así como la urgente necesidad de concienciar a la sociedad sobre su papel crucial en el respeto y cuidado de la vida animal, ya sea doméstica, de granja o silvestre.
El Centro de Rescate y Santuario Las Pumas cumple una misión vital: rescatar, rehabilitar y, siempre que sea posible, devolver a los animales a su hábitat natural. En un año, alrededor de 400 animales ingresan al centro, y aunque entre un 40% y un 50% de ellos pueden regresar a su entorno original, el resto permanece en el centro debido a diversas razones, como no lograr una completa recuperación o haber pasado demasiado tiempo en cautiverio.
La labor de organizaciones como esta no se limita solo a la atención directa de los animales. Esther Pomareda destaca un programa de educación ambiental con 25 años de aplicación, que ha alcanzado colegios, charlas y la formación de visitantes del centro. La misión es clara: crear conciencia sobre la vida silvestre. La educación es clave para cambiar la percepción de la sociedad sobre la vida animal y su importancia en el equilibrio del ecosistema.
Este centro alberga un impresionante conjunto de 70 especies, desde aves hasta felinos silvestres y primates. Sin embargo, el éxito de su labor no está exento de desafíos. La adaptación de los espacios para cada especie es un reto fundamental. Cada área debe ser acondicionada específicamente para garantizar el bienestar de los animales y su posible reintegración a la naturaleza.
Esther Pomareda resalta un mensaje crucial para la sociedad: tomar conciencia de que hay animales que no pueden ser domesticados. Intentar hacerlo puede tener consecuencias graves, ya que el efecto puede ser contrario. Los animales pueden enfermarse o deprimirse sin que nos demos cuenta, y esto, lamentablemente, puede llevar a la muerte de estos seres.
En este sentido, cada ciudadano tiene una responsabilidad. La conciencia sobre la vida silvestre no solo recae en los cuidadores y en las organizaciones de bienestar animal, sino en todos nosotros. El respeto y el cuidado de la vida animal deben ser principios fundamentales en nuestras vidas cotidianas. La conservación de la fauna no es solo una tarea para los biólogos y científicos; es una tarea compartida que requiere la participación activa de cada individuo.
Al tomar conciencia de nuestra relación con la vida animal y al apoyar a organizaciones como el Centro de Rescate y Santuario Las Pumas, no solo estamos contribuyendo a la conservación de especies, sino que también estamos protegiendo la diversidad y la belleza que la naturaleza nos ofrece. La vida silvestre no solo nos pertenece a nosotros, sino a las generaciones futuras, y es nuestro deber asegurar que sigan existiendo en toda su gloria.